La luz blanca.
En 1665 la epidemia de peste hizo que Isaac Newton se encerrará en su casa para pensar y experimentar con la luz.
Hasta entonces todos creían que la luz blanca era luz en estado puro y que para obtener colores había que modificarla.
Aún así Newton quiso comprobarlo y oscureció su cuarto, abrió un agujerito pequeño por donde entraba un haz de luz y delante puso el famoso prisma y descubrió que en la pared de enfrente se proyectaba un bonito arco iris. Newton volvió a colocar un segundo prisma y de nuevo obtuvo la luz blanca.
Newton se dio cuenta que la luz blanca no era luz pura, sino luz compuesta y pensó que eran esos colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta, los que eran fundamentales.
El disco giratorio de color fue una de las diversas experiencias de las que se sirvió para demostrar su teoría. Se trata de un disco dividido en sectores pintados con los colores del espectro visible. Al hacerlo girar a gran velocidad se puede observar como estos colores desaparecen.
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